LA LEYENDA DE YORK – RICARDO POLO

Queridos H.´. Todos:

Creo que es muy significativa y trascendente para vuestra formación, tener en cuenta la leyenda de York. Muchos de vosotros habeis escuchado hablar del Rito de York y en la mayoría de las veces vuestra mirada queda un tanto perdida en el interrogante. Seguramente habreis tenido curiosidad y tal vez hayais indagado en
alguna enciclopedia o diccionarios masónico, o quizá en algun libro sobre nuestra Institución. Para evitaros la lectura de tratados que vosotros tal vez no tengais demasiado interes en pñrofundizar, esta recopilación viene a daros una clara noción de qué se trata.

Es importante tener en cuenta, a lo largo de nuestra fraternal tarea de acceder al progreso espiritual e intelectual, todas las referencias que nos indiquen las remotas fuentes del origen de nuestra Orden. Todo aporte que convalide tanto lo histórico en las raices, como lo legendario en su contexto, contribuirá en forma singular a consolidar cuestros sentimientos masónicos y afiatar vuestros principios morales y éticos provenientes de tan remotos tiempos..

La Leyenda de York

La ciudad de York, situada en la parte norte de Inglaterra, es célebre por sus relaciones tradicionales con la Masonería en ese Reino. Ningún otro tópico en la historia de la Francmasonería, ha ocupado tanto la atención de sus modernos discípulos o ha sido objeto de mayores discusiones.

Tal tópico es el de los pretendídos hechos de la existencia de ésta en el siglo diez, en la ciudad de York como punto prominente; de la formación allí de una congregación de la hermandad en el año 926 y de la organización de una asamblea general y la adopción de una Constitución.

Durante todo el siglo XVII y la última parte del siglo XIX, la Fraternidad en general ha aceptado todas estas afirmaciones como partes genuinas de la verdadera historia; y los adversarios de la Orden las han rechazado, con la misma carencia de distinción, como un mito; mientras que unos cuantos sinceros investigadores de la verdad no han podido determinar qué parte era histórica y qué parte legendaria.

A principios del siglo XX, con el descubrimiento de muchos antiguos manuscritos, la labor de algunos discípulos como Hughan, Woodford, Lyon entre otros, ha estado encaminada al examen crítico de la primitiva historia de la Masonería, y la de York ha ocupado .particularmente su atención.

Para comprender ampliamente la verdadera relevancia de la cuestión, será necesario que el discípulo se familiarice primero con lo que era la teoría reconocida con respecto al origen de la Masonería en York, para que entonces pueda examinar las más recientes hipótesis que han adelantado los escritores contemporáneos. Mejor dicho, debe leerse tanto las tradiciones como la historia.

Para ello deberemos comenzar por las leyendas de la Masonería en York, tal como se encontraron en las Constituciones manuscritas, para proceder entonces a revisar lo que ha sido el resultado de las recientes investigaciones. Puede decirse anticipadamente que, de todos aquellos que han sometido estas leyendas a la crítica histórica, el hermano William James Hughan de Cornwall, en Inglaterra, debe ser reconocido sin vacilación como el «facile princips,» el más hábil, el más afanoso y el más autorizado investigador. El fué el primero y el más feliz clarificador de la tradición que por tanto tiempo había oscurecido como una nube la luz de la historia.

La leyenda que se relaciona con el origen de la Masonería inglesa en York en el 926, se denomina algunas veces «Leyenda de York», porque la Asamblea general que se dice tuvo lugar alli, se celebró durante el reinado de ese rey; y algunas veces se le denomina «Leyenda de Edwin», porque se supone que tal príncipe estuvo a la cabeza de la fraternidad y fué el que convocó la asamblea para formar una Constitución.

La más antigua prueba de la existencia de las Constituciones manuscritas se encuentra en el poema co-munmente conocido bajo el título de «Halliwell MS.,» cuya fecha se supone fue la de 1390. En ese trabajo encontramos la siguiente versión, que para comodidad de aquellos que no estén familiarizados con el estilo arcaico de la poesía inglesa, fue traducida al moderno Inglés y de este al Español:

«Esta fraternidad llegó a Inglaterra, como ya os digo, en tiempo del buen Rey Athelastan; él construyó tanto colegios como grandes templos de grande honor para recrearse de día y de noche y adorar a su Dios con toda su voluntad. Este buen Lord amaba a sus hermanos y les propuso fortalecer la hermandad en todas partes, eliminando los defectos que en ella encontraba. Llamó a todos los Masones del país a que vinieran a él para enmendar esos errores con su buen consejo, si así pudiera ser. Permitió entonces la celebración de una asamblea constituida por diversos lores en su rango, duques, condes, y botones, y también caballeros e hidalgos y muchos otros más, así como grandes burgueses de la ciudad, los que se presentaron con sus
investiduras; estos estuvieron presentes, cada uno con sus ideas para hacer las leyes para la heredad de estos masones.

Allí procuraron ellos por su sabiduria ver como podía gobernarla; allí encontraron ellos quince artículos y de éstos hicieron quince puntos.»

El otro documento en que encontramos esta leyenda escrita es el conocido por «Cooke MS.,» de fecha 1490. Los detalles figuran aquí más completos que los contenidos en el «Halliwell MS.,» en un párrafo que se refiere a la leyenda de la manera siguiente:

«Y después existió un buen Rey en Inglaterra que se llamaba Athelstone, cuyo hijo amaba las ciencias de la geometría y deseaba que sus hermanos practicaran esta ciencia tan bien como los Masones, por lo que los llamó a consejo para que aprendieran dicha ciencia y la practicaban. Como especulador era un Maestro y
amaba la Masonería igual que a los Masones. Y habiendo llegado a ser Masón él mismo, les dió cargos y nombres tal como se usan en Inglaterra y otros países. Y ordenó que se les diera un salario razonable. Y pidió y obtuvo una patente del Rey para que celebraron una asamblea cuando lo creyeran conveniente para cambiar ideas sobre sus cargos, costumbres y aprendizaje en la lectura y escritura en el libro de nuestros cargos.»

Esto es 10 que contiene el MS. de las líneas 611 a 642. Subsiguientemente, en las líneas 688-719 que parecen haber sido tomadas de lo que arriba se llama «Libro de Cargos», está repetida la leyenda en estas palabras:

«De este modo fué el susodicho arte introducido y practicado en la tierra de Egipto, siendo el Maestro Euclides el que fué de país en país y de reino a reino. Después de esto y al cabo de muchos años, en tiempo del rey Adhelstone que fué algún tiempo Rey de Inglaterra, con sus consejeros y otros grandes del país encontró entre los Masones y sus ordenados ciertas reglas. Una vez al año, cuando el Rey lo necesitaba
lo mismo que los grandes lotes de la tierra y la comunidad, de provincia a provincia y de condado en condado, las asambleas deberian tener lugar entre maestros de todos los maestros Masones y compañeros de dicho arte. De manera que en dichas asambleas o congregaciones aquellos que deberían ser nombrados Maestros, examinaban los artículos después de escritos y eran elegidos entre los más hábiles para que sirvieran a los lores y para honor del susodicho arte.»

«Poco después de la muerte de San Albán, se desencadenaron varias guerras en Inglaterra provocadas por las otras naciones, de suerte que la buena marcha de la Masonería fué interrumpido y relegada hasta que llegó al poder el Rey Adilston. En su tiempo había un buen Rey en Inglaterra que pacificó al país y construyó muchas gran« des obras y edificios, por lo que él amó a los Masones, pues tenía un hijo llamado Edwin que amaba más a los Masones que su padre y era tan versado en la geometría que se complacía en venir a hablar con ellos e instruírse en las prácticas de la fraternidad. Más tarde, movido por el amor que les tenía a los Masones y a la fraternidad, fué iniciado en la Masonería en Windsor, recibiendo del Rey, su padre, una patente y la comisión de celebrar Asamblea cada año dentro del Reino de Inglaterra y corregir en él las faltas y errores que se relacionaran con la fraternidad; y se celebró la asamblea y allí confirió grados de Masones y cargos y les enseñó las costumbres y los mandamientos que deberían quedar establecidos después. Y les llevó la patente y la comisión para que celebraran su Asamblea y ordene que esta práctica se renovara de Rey a Rey y cuando la Asamblea estuvo reunida grito que todos los viejos Masones, o jóvenes, que tuviesen escritos o conocimientos de los Cargos y maneras que se hacían en su país, fueren quienes fueren, serían hechos Masones, que se adelantaran a mostrarlos ya en griego, algunos en hebreo y algunos en inglés y otros en distintos idiomas, y que cuando fueron leídos y examinados y comprendidos como significando todos lo mismo, que se escribiera un libro en el que constara cómo esta honorable fraternidad de la Masoneria fué primeramente fundada.

Y él mismo ordenó y se llevó acabo, que se leyera en todo tiempo que se iniciaran uno o varios Masones para darle o darles sus cargos, y desde entonces, hasta el día de hoy, las costumbres de los Masones han sido conservadas de este modo y forma, tan bien como los hombres pudieran gober-narlas; y además en diversas Asambleas han sido puestos y ordenados diversos cargos con el mejor consejo de los Maestros y
Compañeros.»

Todos los demás manuscritos contienen la leyenda substancialmenteI como existe en el Landsdowne; y casi todos ellos parecen ser meras copias de lo mismo, o, lo que es más probable, de alguna original de la que fueron copiados.

En 1723, el Dr. Anderson publicó la primera edición del «libro de las Constituciones» en el que la historia de la fraternidad de la Francmasonería está, dice él, «reunida de sus archivos generales y sus fieles tradiciones que comprenden muchas edades.» El Dr. Anderson da la leyenda como recogida de «ciertos archivos de los Francmasones, escritos durante el reinado de Eduardo IV,» cuyo manuscrito, asegura Presten, «se dice haber estado en posesión del famoso Elías Ashmole.» Como los antiguos manuscritos eran generalmente  inaccesibles para la Fraternidad (y, ciertamente, hasta hace muy poco han sido descubiertos casi todos), es a la publicación hecha por Anderson y más tarde por Preston, a la que debemos atribuír su adopción general por la fraternidad durante más de siglo y medio.

La forma de la leyenda, como la presenta Anderson en su primera edición, varia ligeramente de la segunda. En aquella, fija la fecha en el año de 930; en la segunda en 926; en la primera le dá a la congregación en York, el nombre de Logia General; en la segunda el de Gran Logia. Ahora, que la moderna forma de la leyenda ha sido universalmente aceptada y está de acuerdo en ambos aspectos con la última afirmación y no con la primera, debe inferirse que la segunda edición y las subsiguientes que hicieron Entick y Noorthouck, que sólo copian a Anderson, sea la que proporcionó la forma de la leyenda como se le conoce actualmente.

En la segunda edición de las Constituciones (página 63) publicada en 1738, Anderson presenta la leyenda en la siguiente forma:

«En todas las Antiguas Constituciones está escrito a este respecto lo que sigue:

«Que aunque los antiguos archivos de la hermandad en Inglaterra fueron destruídos en su mayor parte o perdidos durante la guerra con los dinamarqueses, que quemaron los Monasterios donde se conservaban los archivos; el Rey Athelstan (nieto del Rey Alfredo,) primer monarca ungido en Inglaterra que hizo la traducción de la Biblia al lenguaje sajón, una vez que aseguró la paz en el país construyó muchas grandes obras y estimuló a muchos Masones de Francia y otras partes.

«Que el Príncipe Edwin, hermano del Rey, habiendo aprendido geometria y Masonería debido al amor que sentía por la fraternidad y por los honrosos principios en que descansaba, obtuvo una patente del Rey Athelstan, su hermano, para los Francmasones que tuvieran entre si una Unión o un poder y libertad para
reglamentarse, para corregir lo que pudiera suceder ira-propiamente, y para que pudieran celebrar una comunicación anual en forma de Asamblea General.

«Que por consiguiente, el Príncipe Edwin llamó a todos los Libres y Aceptados Masones del Reino para que se entrevistaran con él en la Congregación de York y que estos vinieron y formaron la Gran Logia bajo su Gran Maestro en el 926 después de Jesucristo.

«Que ellos trajeron consigo muchos escritos antiguos y archivos de la fraternidad, algunos en griego, algunos en latín, y otros en francés y otros idiomas; y de su contenido ellos formaron las CONSTITUCIONES de las Logias inglesas y sancionaron una ley para servir entre ellos, la cual debía conservarse y observarse en todo tiempo venidero, etc., etc.»

Eduardo murió en 924 siendo substituído por su hijo Athelstane, quien nombró a su hermano Edwin protector de los Masones. Este Príncipe obtuvo una patente de Athelstane por medio de la cual se les autorizaba a reunirse anualmente en asamblea en la ciudad de York. En dicha ciudad se formó la primera Gran Logia de Inglaterra el año 926, la cual fué presidida por Edwin como Gran Maestro. Aquí se dieron a conocer muchos documentos antiguos escritos en griego, latín y otros idiomas, de los cuales se dice que han sido extractadas las Constituciones de la Logia inglesa.»

Tal es «La Leyenda de York» como ha sido aceptada por la fraternidad y como figura en todos los antiguos manuscritos desde fines del siglo catorce al menos hasta nuestros días; oficialmente sancionada por  Anderson, historiógrafo de la Gran Logia en el año de 1723, y repetida por Preston, por Olíver y por casi todos los demás historiadores Masones que les siguieron. Solo hasta muy recientemente se ha cuidado de su autenticidad, siendo hoy la cuestión más importante de la literatura masónica la de si es en todo o en parte ficticia o cierta; en cuyo caso cabe preguntar: ¿qué parte es lo que corresponde a la fábula y qué parte a la verdad? Al abordar este asunto concluyentemente, la cuestión se divide en tres formas distintas:

1. ¿Se celebró la asamblea masónica en 926, en York, bajo la protección o por consentimiento del Rey Athelstan? No existe nada en el carácter personal o en la conducta política de Athelstan que prohiba semejante posibilidad o probabilidad. Este  Rey era liberal en sus ideas, como su abuelo el gran Alfredo; promovía la civilización; protegia la sabiduria, construyó muchas iglesias y monasterios y alentó la traducción
de las escrituras y otorgó patentes a muchas sociedades activas. Durante su reinado las «Firth GILDA» o hermandades, fueron incorporadas a la ley. No es pues nada  improbable la suposición de que protegió a los Masones Activos. La existencia ininterrumpida de varios siglos de una tradición que da por efectuada dicha
Asamblea, requiere que los que niegan este hecho den una razón más satisfactoria que la que hasta la fecha han presentado. «La incredulidad,» dice Voltaire, «es la base de la historia.»

Pero debemos confesar que, aunque por exceso de credulidad muchas veces ocurre que se toma la fábula por la realidad, obstinarse en negar frecuentemente conduce a rechazar la verdad por la fábula. El Reverendo Mr. Woodford, en un ensayo sobre la relación que tiene York con la Historia de la Francmasonería en lnglaterra, que ha sido insertado en los Archivos Inéditos d« la Fraternidad de Hughan, ha discutido en
forma crítica este asunto y llega a la siguiente conclusión: «Por consiguiente, dice, no veo yo la razón de rechazar una tradición tan antigua sobre el hecho de que durante el reinado de Athelstan los Masones Activos obtuvieron su protección y se reunieron en Asamblea General.» Muchos autores e investigadores del tema, están de acuerdo con esta opinión. Pero también existen quienes lo dudan.

2. ¿Fué Edwin, hermano de Athelstan, el que convocó dicha Asamblea? Esto ha sido ya discutido en el artículo sobre Edwin, donde se sugiere la idea de que el Edwin a que se alude en la leyenda no era el hijo o hermano de Athelstan, sino Edwin, Rey de Northumbria. Francisco Drake, en su discurso ante la Gran Logia de York en 1726, fué, según se sospecha, el primero en exteriorizar públicamente esta opinión; pero lo
hace en forma tal que se deja ver la generalidad con que ésta era aceptada por su auditorio, y no que él la presentaba como algo nuevo. Dice Drake: «Vosotros sabéis que podemos ufanarnos de que la primera Gran Logia de Inglaterra se formó en esta ciudad, cuando Edwin, primer Rey Cristiano de Northumbria, puso los cimientos de nuestra catedral y se sentó en ella como Gran Maestro, seiscientos años antes de Jesucristo.»

Edwin, que había nacido en 586, ascendió al trono en 617 y murió en 633. Tuvo preeminencia entre los reyes anglo-sajones, sus contemporáneos, por su genio militar y por sus altas dores de estadista. Fué tan inflexible en la: admisitración de la justicia, que se dice que tanto las mujeres como los niños «podían llevar una bolsa de oro a cualquier parte sin peligro de que los robaran», lo cual en aquellos días de desenfrenada rapiña era una alta virtud. El suceso principal durante el reinado de Edwin fué la introducción del Cristianismo en el Reino de Northumbria. Anteriormente a este reinado, el asiento de la iglesia en el norte había estado en York, y el Rey
protegía al Obispo Paulinus, proporcionándole casa y otras posesiones en dicha ciudad. La única objeción que existe contra esta teoría es su fecha, la cual aparece trescientos años antes del reinado de Athelstan y la supuesta asamblea de York en 926.

3. ¿Existen actualmente las Constituciones que fueron adoptadas en la Asamblea General? No debe ponerse en duda que si se celebró una Asamblea General, fueron adoptadas las Constituciones o algún reglamento de la fraternidad. Tal debía ser el objeto principal de la asamblea. Pero no existen suficientes pruebas de que los
Reglamentos que ahora llamamos «Constituciones de York» o «Constituciones Góticas» sean los que fueron adoptados en 926. Es más probable que el documento original y las copias auténticas del mismo se hayan perdido, y que este fué el tipo del cual todos los demás manuscritos modernos de las Constituciones han sido formados. Existe la más sólida prueba interna de que todos los manuscritos, desde el Halldwell al
Papworht, han tenido un origen común del que fueron copiados con más o menos exactitud o sobre el que se escribieron con más o menos modificaciones. Y este original es lo que se supone ser el de las Constituciones que deben haber sido adoptadas en la Asamblea General de York.

Una de las teorias sostenidas entre otros por Gallatin Mackey y que segun sus palabras «puede aventurarse sin temor y debe ser sostenida hasta que aparezcan razones de mayor peso de las que ahora tenemos para desconocerla, es la de que por el año 926 una Asamblea Alemana de Masones fué celebrada en York, bajo los auspicios de Edwin, hermano de Athelstan, en cuya asamblea se adoptaron los estatutos que deberian servir como ley, los cuales han sido la base que ha servido para construír todas las subsiguientes Constituciones masónicas.»

Espero que los Queridos Hermanos de Acacia 2, den lectura pormenorizada al trazado que les envío, pues en esta recopilación hallarán muy interesantes e importantes definiciones históricas referentes a la Historia de la Masonéria, su antiguedad y sus linderos.

Ricardo Polo