ORIGENES DE LA FRANCMASONERÍA – A.’.B.’. CHILE

Introducción.

Asumiendo en conciencia el hecho que antes que nosotros, un gran número de QQHH mejor informados y capacitados se propusieron esclarecer los orígenes de la Orden; emprendimos este camino hace años, sin pasar por alto ninguna de las posibilidades. La tarea es titánica y nuestra pretensión no es desarrollar conceptos novedosos. Muy por el contrario, nuestro objetivo al redactar esta líneas es resumir para beneficio de nuestros QQHH las lecturas y estudios que hemos realizado, en cumplimiento de la obligación de todo Masón por esclarecer su rica herencia cultural.

Esta plancha refleja por tanto un punto de vista estrictamente personal que esperamos despierte la curiosidad y estimule la discusión entre mis Hermanos.
Para la mayoría de las gentes, el recorrido es sencillo: la francmasonería es solo tan antigua como lo registra su historia pública, es decir, se remonta a los inicios del siglo XVII.
Para muchos estudiosos pretender situar los orígenes en una fecha anterior a los registros escritos, es por decir lo menos una aventura carente de sostén histórico o validez científica.

Paradójicamente esta actitud pragmática, es quizá la hipótesis más fácil de rechazar.
Existe evidencia documental suficiente, como para asegurar que la orden tiene orígenes muy antiguos, y por tanto la concepción moderna de la Francmasonería Simbólica habría evolucionado gradualmente a lo largo de un período de mas de trescientos años antes del establecimiento de la Gran Logia de Inglaterra.

Es un hecho innegable que a partir de 1717, la orden se ha ido revelando gradualmente al mundo profano, guardando en la actualidad sólo sus métodos de reconocimiento y algunos detalles específicos y muy puntuales de nuestros rituales mas Sagrados. Poco es lo que se ha mantenido fuera de la mirada pública. No resulta hoy día difícil al profano con recursos, allegarse información detallada sobre nuestros Usos y Costumbres, en cualquier biblioteca bien equipada ó incluso a través de la Internet. En contraposición con el exceso de apertura actual, la institución que hoy día llamamos francmasonería fue textualmente una sociedad secreta y clandestina y como tal carente de registros escritos. De este hecho particular resulta la relativa falta de evidencias históricas que muchos historiadores interpretan, erróneamente, como inexistencia.

Tres Teorías

Ante lo inaceptable que resulta pretender que algo tan elaborado, complejo y profundo como el Ritual Masónico apareció simplemente de la nada en la Inglaterra de principios del siglo XVII, en esta plancha decidimos abordar algunas de las posibles vertientes históricas de la Orden, antes de su revelación pública, identificando tres teorías principales sobre nuestros orígenes:

1. Que la francmasonería es tan antigua como el ritual masónico indica; de hecho, habría surgido como resultado de los sucesos acaecidos durante la edificación del Templo de Salomón, en el período conocido como “Edad del Bronce”, que se nos han transmitido, principalmente a través de fuentes bíblicas.
2. Que se desarrolló a partir de la evolución de los gremios de constructores medievales, por el ingreso gradual de Masones especulativos, al interior de Logias eminentemente Operativas, transformando gradualmente las habilidades masónicas artesanales de la construcción con piedra en lo que los Masones modernos llamamos cualidades ó habilidades masónicas contemplativas, encaminadas al desarrollo moral y espiritual del Hombre.
3. Que el ritual masónico tiene su origen en la evolución de una sociedad secreta, que surge como resultado del paso a la clandestinidad de los miembros sobrevivientes a la supresión brutal de la Orden de los Pobres Compañeros-Soldados de Cristo y del Templo de Salomón, mejor conocidos ahora como los Caballeros Templarios, por parte del poder Papal en el siglo XIV.

La primera de estas teorías, establece una vinculación entre la Masonería y el mítico Rey Salomón, los constructores de su Templo, y de manera indirecta con una serie de leyendas e historias bíblicas que eventualmente desembocan en el surgimiento y evolución del cristianismo primitivo.
La base de esta teoría se encuentra en la Leyenda del Tercer Grado, aún que cabe aclarar que solo los elementos constitutivos de la misma se encuentran en el Libro I de Reyes y en Crónicas II del antiguo testamento. La leyenda, tal como la conocemos, no se encuentra en las fuentes bíblicas y su origen es moderno, posiblemente tan tardío como el siglo XVIII.

Desprovistos de una relación directa entre las tradiciones, usos, costumbres, simbolismo y ritual Masónicos y sus pretendidas fuentes bíblicas; resulta lógico que mucho de este contenido fuera heredado por la orden a través de las antiguas corporaciones masónicas operativas, estrechamente vinculadas a la Iglesia Católica, en la edificación de catedrales y otros edificios religiosos durante el período medieval.

Las guildas de constructores fueron devotamente cristianas, por lo que mucho del simbolismo utilizado por la Orden, proviene de fuentes judeocristianas tanto del nuevo como del antiguo testamento. Tampoco es posible desconocer la vinculación de la Masonería primitiva en Inglaterra con grupos religiosos protestantes cuyos adeptos formaron la primera Gran Logia. De esta manera Judaísmo y Catolicismo forman un conjunto cultural que fue adoptado por la Masonería en forma voluntaria en dos etapas: una dentro de la Masonería operativa medieval y la segunda a partir de 1717, como resultado del desarrollo de la Orden.

Finalmente encontramos difícil sustentar mas argumentos en favor de un origen bíblico-salomónico fuera del terreno alegórico, por carecer de fuentes distintas a los textos religiosos, cuyo valor como pruebas documentales resulta bastante controvertible.
La segunda teoría indica que los albañiles medievales eventualmente desarrollaron una forma puramente especulativa y filosófica de Masonería para su propio desarrollo moral, siendo la de mas aceptación en casi todos los ámbitos, tanto masónicos como profanos.

A pesar de su sencilla lógica y del gran acervo de literatura que la promueve y avala, esta idea una vez considerada con detenimiento, se revela difícil de comprobar.
En primer término, se acepta el hecho que la Francmasonería surgió en Inglaterra, y sin embargo no existen registros que prueben la existencia de gremios ó guildas de albañiles en la Inglaterra medieval. Esta ausencia resulta notable, especialmente ante la abundante evidencia de su existencia y funcionamiento en otros países europeos. El libro History of Freermasonry de Gould contiene páginas repletas de los emblemas conocidos de los gremios de albañiles en toda Europa, pero curiosamente ninguno procede de las islas británicas.
Estos habilidosos artesanos, eran empleados principalmente por la Iglesia y por ricos terratenientes, y parece improbable que sus amos hayan sido lo suficientemente generosos ó liberales como para permitir el surgimiento de alguna forma de unión gremial entre sus trabajadores, aun en el caso de que estos hubieran deseado iniciar semejante organismo unificador.

El Masón operativo tenía que pasar la vida entera trabajando, casi siempre en una sola construcción, ya que levantar una Catedral Gótica implica un esfuerzo tan enorme que fácilmente supera la duración biológica de la vida humana. Por lo tanto la movilidad de los grupos de constructores es un tema poco sustentable y de la misma manera se antoja innecesaria la necesidad de estos grupos de contar con señales de reconocimiento y contraseñas secretas para su identificación.
Si consideramos que la mayoría de la población en la Edad Media era iletrada y con muy escasa formación intelectual, resulta difícil imaginar obreros de construcción con poca o ninguna educación fuera del aprendizaje propio de su oficio, diseñando un complejo sistema simbólico, saturado de elementos de filosofía, hermetismo, alquimia y otras ciencias antiguas.

Solo imaginar que pudieran haber comprendido un ritual tan complejo como el usado hoy día en nuestros Talleres, carece de credibilidad. Su Vocabulario y más probablemente su capacidad para el pensamiento abstracto deben haber sido muy limitados. En una época en la que los viajes eran un acontecimiento inusual y peligroso, reservado solo para algunos maestros mejor capacitados, a los que signos, saludos y contraseñas secretas no hubieran sido de gran utilidad. Aún si aceptáramos la existencia un tanto romántica de Francmasones ó masones libres e itinerantes, si el propósito del viajar se limitaba a ir del sitio de construcción de un edificio a otro, ¿para qué necesitarían formas secretas de reconocimiento? Si alguien se hubiera querido hacer pasar por un maestro calificado, no hubiera tomado mucho tiempo a sus colegas el darse cuenta de su falta de habilidad para trabajar la piedra ó trazar los planos.

Una contradicción adicional surge al confrontar el hecho de que muchos reyes y miembros de la nobleza británica y escocesa fueron Francmasones, incluso en el período que hoy se conoce como los inicios de la Orden. Francamente no podemos imaginar las circunstancias bajo las que un grupo de nobles se hubiera presentado en medio de una tenida de modestos y sudorosos albañiles, para copiar sus procedimientos, señales de reconocimiento y simbolismo, a fin de incorporarlos a un complejo sistema filosófico y moral.
Finalmente encontraremos evidencia suficiente y definitiva como para descartar la teoría de un origen puramente operativo, en el estudio los antiguos limites y en los Landmarks; que según se piensa datan del siglo XV.

Las reglas de conducta y responsabilidad que de ellos emanan se supone fueron tomadas de antiguos códigos de conducta pertenecientes a los gremios de albañiles medievales. Uno de esos mandamientos establece que ningún hermano debe revelar ningún secreto legítimo de otro hermano si eso pudiera costarle la vida y la propiedad.

El único secreto que de revelarse en esos tiempos conllevaría semejante pena, hubiera sido la herejía, crimen que con seguridad no habría sido cometido ni mucho menos tolerado entre simples albañiles cristianos al servicio del clero.

La pregunta de si la herejía fuera anticipada como un posible secreto culposo por estos constructores de castillos y catedrales carece de sentido. La explicación a este asunto no radica en la persecución de la Orden por parte de la Iglesia Católica, puesto que la primera bula antimasónica llegará mucho después, con Clemente XII en 1738.

Es improbable que las guildas masónicas medievales hubieran emitido reglas importantes, de acatamiento forzoso para sus miembros, solo para cubrir la eventualidad de que alguno de sus afiliados algún día, fuera secretamente culpable de un crimen en contra de la Iglesia ó la fe. Es claro que quien haya dado origen a este Antiguo Mandamiento estaba consciente de que cada hermano bajo la Obediencia vivía en peligro de ser señalado como hereje. Nos parece por tanto, que estas reglas no fueron creadas por simples albañiles, sino por un grupo secreto que vivía al margen de la ley y bajo constante amenaza por parte del aterrador poder de la Santa Inquisición.

Una vez descartada la teoría operativa, nos intrigó cada vez más averiguar que clase de personas podrían haber redactado los Antiguos Landmarks. Otro de estos mandamientos, procedente del mismo periodo, da indicios de un antiguo propósito clandestino. Este es el que se refiere a la provisión de empleo para un hermano visitante por un periodo de dos semanas, después del cual se le debería dar algún dinero y ponerlo en camino a la siguiente logia.

Éste es el tipo de tratamiento es el que uno esperaría para un hombre
que está huyendo, buscando una suerte de “casa de seguridad” en su camino. No podemos olvidar que la palabra Logia (Lodge) en inglés significa entre otras cosas hospedaje, guarida, cubil ó madriguera.
Otro Landmark prohíbe a los Masones tener relaciones sexuales con la esposa, hija, madre o hermana de otro Francmasón, lo que sería de absoluta necesidad para mantener funcionando sin conflictos intestinos, un sistema de casas de seguridad: llegar a casa y encontrar a un huésped en la cama con la esposa o la hija dificultaría nuestro juramento de caridad fraternal.

Nos intriga la naturaleza de la herejía que pudo obligar a los grupos masónicos primitivos a crear un sistema tan estructurado, gradual y complejo de reconocimiento mutuo. Sin la justificación de una meta tan poderosa como la propia supervivencia el secreto masónico parece fuera de toda proporción.
¿De donde procede entonces esta sociedad secreta, clandestina, perseguida por Inquisición, cuya imaginería simbólica se centra en la construcción del Templo de Salomón? Son pocos los lazos que la conectan con los albañiles medievales, pese al manifiesto esfuerzo de camuflagearla con sus alegorías. Todo el peso de la evidencia parece inclinar el fiel hacia la tercera teoría postulada; la de los Caballeros Templarios.
Los Caballeros Templarios

La orden de los Pobres Compañeros-Soldados de Cristo y del Templo del Rey Salomón , se fundó casi seiscientos años antes del establecimiento de la Gran Logia de Inglaterra. De manera que de existir una conexión entre estos monjes-guerreros y la francmasonería, tendríamos que explicar la brecha de 410 años que existe entre la repentina muerte de la orden en octubre de 1307 y la aparición formal de la Orden en 1717.

Esta brecha ha desanimado a muchos estudiosos Masones y profanos, pero nueva evidencia disponible apoya con mas fuerza el argumento en favor de una conexión entre templarios y Francmasones, situándolo en nuestra personal opinión más allá de alguna duda.

Para intentar esclarecer los vínculos a que aludo, quiero distraer la atención de los QQHH para recordar ciertos aspectos relevantes a considerar, en la formación de esta fascinante orden.
En los años que siguieron a la conquista de Jerusalén, después de la primera cruzada, la ruta hacia la Ciudad Santa quedó abierta a la cristiandad. La travesía era larga y ardua pero eso no desalentaba a un creciente número de peregrinos que viajaban desde los puertos de Acre, Tiro y Jaffa a la ciudad de Jerusalén, lo que provocó problemas por la falta de infraestructura para abastecerlos.
Esta necesidad influenció a Hugues de Payen, un noble francés de Champagne, que en el año 1118, inició una orden de corte militar en compañía de otros ocho caballeros. El rey Baldwin II de Jerusalén, les brindó apoyo y como alojamiento la parte occidental de su palacio, formada por la Mezquita de Al-Aqsa, que se sitúa donde según la tradición estaba el Templo de Jerusalén.

Este clásico relato nos llama la atención por su extrañeza. ¿Por qué estos franceses se habían dado a una tarea que en el mejor de los casos era en extremo optimista y en el peor temeraria?
Incluso una pequeña banda de bandidos sarracenos pudo haberlos derrotado con facilidad por bien entrenados y armados que estuvieran.
El grupo de no creció sino hasta después de muchos años de su establecimiento. A los 9 años de ocupar sus aposentos sobre las ruinas del Templo de Herodes, Hugues de Payen viajó a Occidente en busca de reclutas, apoyo papal y recursos financieros.

En Europa Hugues de Payen compareció ante el Consejo de Troyes, convocado de manera especial y presidido por el cardenal de Albano. El mismo San Bernardo fue quien les dio el su Regla y código de disciplina.
Inmediatamente después de su reconocimiento oficial, las circunstancias les ganaron el apoyo de cientos de terratenientes influyentes y empezaron a llegar donaciones de todos los rincones del mundo cristiano. San Bernardo había convencido al Papa de su valía y de repente se volvieron la causa de moda y se les entregaban riquezas a manos llenas.

Cuando Hugues de Payen y André de Montbard regresaron a Jerusalén tras dos años de ausencia y llevaban consigo el reconocimiento papal, dinero, objetos preciosos, tierras y no menos de trescientos nobles reclutas. Hugues de Payen asumió entonces como primer Gran Maestro de la orden.
A partir de entonces, los nuevos miembros de la orden juraban pobreza, castidad y obediencia, pero esta regla no se aplicó en retrospectiva a los fundadores. Hugues de Payen permaneció casado con Catherine de Saint Clair, miembro del poderoso clan Escocés de los Sinclair, cuyos
descendientes ocuparon durante varios siglos el cargo hereditario de Gran Maestro de la Gran Logia de Escocia y que se extienden aun hasta nuestros días.

Curiosamente él estableció la primera Preceptoría Templaria fuera de la Tierra Santa en las tierras de la familia de ella en Escocia, hecho que después resultaría ser de gran relevancia.
Los Caballeros tenían que cortarse el cabello pero se les prohibía cortarse la barba. De aquí surgió la imagen del cruzado templario con la larga barba al vuelo. La dieta, el vestido y todos los demás aspectos de sus vidas cotidianas estaban controlados por la Regla.

Los Templarios destacan por su comportamiento en el campo de batalla. No se les permitía pedir misericordia o conceder piedad, ya que estaban obligados a pelear hasta la muerte. No se les permitía retirarse a menos que la desventaja en su contra excediera de tres a uno y aunque la historia muestra que al fin y al cabo perdían, está muy claro en registros musulmanes y cristianos por igual que la orden era temida y respetada por su valor.

El éxito material de la orden y su rápido ascenso al poder, constituyen uno de los mas intrigantes misterios que rodean a este grupo, junto con su brutal supresión a manos del Papa y del rey Felipe de Francia, quienes atacaron a la orden, poniéndola de rodillas en tan sólo un terrible día, el viernes 13 de octubre de 1307. Desde entonces el número trece ha sido considerado de mala suerte y el viernes trece de cualquier mes se convirtió en una fecha en la que cualquiera que sea supersticioso.
Severos cargos de herejía llevaron a la supresión de la Orden y al martirio de sus lideres a manos de los verdugos de la inquisición. El origen de las mismas puede estar relacionado con lo acontecido en los primeros nueve años de la existencia de la Orden, ya que existen pruebas concluyentes que los Caballeros realizaron grandes excavaciones debajo de las ruinas del Templo, quizá con el propósito de llevar a cabo investigaciones en el área con el fin de obtener reliquias y manuscritos que contenían la esencia de las tradiciones secretas del judaísmo y del antiguo Egipto, algunos de los cuales probablemente se remontaran a los días de Moisés.

Solo podemos especular sobre los hallazgos templarios, pero de haber tenido acceso a documentos similares a los descubiertos en las cuevas de Qumran a orillas del Mar Muerto, su concepción teológica hubiera diferido radicalmente de la ortodoxia católica defendida por Roma., y los cargos de herejía usados por los inquisidores hubiesen tenido un fundamento.
La posesión de libros y conocimientos heréticos de esta naturaleza, hubiese justificado perfectamente el secreto y sigilo con que todos los asuntos de la orden fueron tratados a lo largo de sus mas de trescientos años de funcionamiento.

Para muestra de lo anterior, cabe solo señalar que es tan poco lo que sabemos de los Templarios, que ni siquiera se dispone de un registro completo de sus Grandes Maestros.
No resulta improbable que los caballeros se hubiesen topado en sus correrías por el medio oriente con comunidades y documentos Gnósticos, y existen suficientes evidencias como para sospechar la existencia de vínculos estrechos entre los Caballeros y los Cataros; erradicados del sur de Francia unos cuantos años antes que el papado dirigiera su furia fanática en contra de la Orden.
Similitudes de los Templarios con la Orden Masónica.

La orden no sólo consistía de caballeros. Además de los hermanos había dos clases inferiores: a la primera se le conocía como los sargentos, que eran reclutados entre la clase trabajadora para hacerse cargo de los servicios: caballerangos, mozos, centinelas y tropas de apoyo. Al igual que sus superiores, portaban la cruz roja, pero su atuendo era café oscuro en vez de blanco, lo que reflejaba su falta de pureza en relación con los caballeros de la orden. El otro grupo incluía a los clérigos, que se ocupaban de las necesidades espirituales de los caballeros. Eran sacerdotes y eran los únicos miembros letrados de la orden. Su función consistía en llevar los registros y las comunicaciones, escribiéndolos algunas veces en códigos bastante complejos. El francés era el lenguaje común y administrativo de los templarios, pero estos versátiles curas podían dar la misa en latín, regatear con los comerciantes locales en árabe y leer el Antiguo Testamento en hebreo y el Nuevo en griego. Se distinguían por portar la cruz templaría sobre un atavío verde.

Un paralelismo con los rituales Masónicos modernos radica en la costumbre de estos clérigos, que estaban obligados a usar guantes blancos en todo momento, excepto cuando sostenían la Hostia en misa. Los guantes blancos se usaban para mantener las manos lo suficientemente limpias como para manipular el pretendido “cuerpo de Dios”.
Otra referencia que evoca las prácticas masónicas actuales radica en el uso de una prenda de piel de borrego como el único adorno permitido a los templarios, así como el requerimiento por parte de su regla de que debían vestirse con ceñidos pantalones de montar de piel de borrego debajo de la ropa, mismos que debían usar en todo momento como signo de inocencia y castidad. Los Francmasones de hoy usamos mandiles blancos, supuestamente hechos de piel de borrego durante las reuniones en las logias, también como insignia de la inocencia, pureza y emblema del trabajo.

Otra similitud que nos parece indicar otra posible conexión entre Francmasones y templarios está en la bandera de batalla templaría, que consistía de dos bloques verticales, uno blanco y el otro negro. El negro simboliza el mundo del pecado que el caballero templario ha dejado atrás para integrarse a la orden y el blanco el movimiento de la oscuridad a la luz.

La Logia contemporánea despliega en su centro un diseño de cuadros blancos y negros y en las reuniones de las logias cada uno de los hermanos viste idealmente camisa blanca con corbata y traje negros.
Confieso mi ignorancia al no conocer una explicación del por qué los francmasones usamos mandiles de piel de borrego y los colores blanco y negro para considerarnos vestidos con propiedad.
Si bien podríamos establecer otros muchos paralelismos, no buscamos hacer demasiado hincapié en similitudes que bien pueden ser consideradas evidencias circunstanciales, pero que igual nutren nuestro entusiasmo.

CONCLUSIÓNES MASÓNICAS

Decidimos con relativa facilidad que la teoría de los albañiles acerca del origen de la Orden no se sostiene bajo un minucioso análisis, por la sencilla razón de que en la Gran Bretaña no existieron gremios de albañiles. El hecho de que si los haya habido en el continente no es tan significativo, ya que la Francmasonería no se desarrolló en las áreas donde estos gremios continentales operaron.
En segundo término esta poco explicado el como un gremio de constructores iletrados pudo hacerse de un bagaje de conocimientos tan rico y diverso como el existente en los rituales modernos de la Orden.
El protocolo hallado en los Antiguos Cargos de la Orden, y la existencia de un complicado sistema de reconocimiento, un sistema de aprendizaje progresivo y las obligaciones Masónicas de proveer trabajo y asegurar la protección de los parientes femeninos de los hermanos, nos pareció que encajaba mucho más con una sociedad secreta, perseguida y bajo constante amenaza que con un grupo de simples constructores itinerantes.

Realizamos una larga investigación sin poder encontrar una conexión histórica entre el Templo del Rey Salomón y los albañiles de la Edad Media.
La idea de que la orden pudo haber venido del mismo Salomón como una sociedad secreta que mantuvo su continuidad oculta del mundo parecía por completo imposible, y, después de un sencillo proceso de eliminación, nos quedamos con un solo origen razonable para investigar. Sabíamos que los primeros Caballeros Templarios excavaron el sitio del último templo, y muchos escritores han sugerido conexiones entre estos caballeros y la masonería.

Ateniéndonos solo a los hechos, podríamos concluir que la Masonería moderna es una creación inglesa. Cuando en 1717 se creó la Gran Logia de Londres, los constructores europeos continentales ya hacía mucho tiempo que estaban inactivos por no haber adoptado la fórmula de incluir masones “aceptados” en sus Logias. El único vínculo realmente comprobable radicaría en la existencia de Guildas de constructores inglesas, pero desafortunadamente este hecho no esta avalado por la información disponible del período medieval en las Islas .

La mayoría de los símbolos provenientes de una supuesta etapa operativa, tienen un significado “especulativo” ejemplarizante. Las leyendas con base bíblica fueron recreadas para que contuvieran una enseñanza moralizadora. Pero su núcleo puede también ser encontrado por el investigador a lo largo de toda la historia del mundo, en todas las civilizaciones.

Analizando el ritual y las tradiciones masónicas, resulta claro que provienen de orígenes culturales variados y tan distintos como las tradiciones filosóficas y religiosas de los pueblos Celtas, hindúes, Persas, Judíos, Musulmanes, Egipcios, Griegos, Romanos, y por supuesto Europeos Medievales. ¿Como pudieron estos elementos constituirse en un sistema cultural donde construcciones cosmogónicas, altas reglas morales y principios altruistas se traducen en estructuras iniciáticas.? Esta es la verdadera pregunta de fondo, y es el sujeto de la búsqueda de todo Masón comprometido con la Verdad.

Solo un grupo humano, diseminado por la faz del mundo hubiera sido capaz de recopilar elementos tan diversos para fundirlos en esa hermosa alegoría de la construcción de un Templo inmaterial dedicado A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:. La historia avala la existencia de un grupo de estas características, que por espacio de trescientos años constituyó la élite del pensamiento y los ideales caballerescos de la Europa Medieval: Los Caballeros del Templo de Salomón.

El transito de la Orden religiosa a la Orden Masónica tuvo lugar en Escocia, en los años que siguieron a la supresión de la orden en el siglo XII. La necesidad de sobrevivir a la cruel persecución papal , el obligado tránsito a la clandestinidad es razón suficiente para explicar el carácter secreto e iniciático de la Orden. La posesión de un secreto, quizá relacionado con el mismísimo Templo de Jerusalén y el Judaísmo pre rabinico, justificarían la existencia de un Secreto Masónico, celosamente guardado en 33 grados de aprendizaje gradual.

La Leyenda del Tercer grado con su P:. Perdida, se puede asimilar al Nombre adámico del Creador del Mundo, que se perdió también tras la expulsión del Paraíso y que se encuentra cifrado en la palabra sustituta que los cabalistas nos legaron bajo la forma del Tetragrámaton. También esta similitud, tiene cabida en un origen Templario, donde la posesión de secretos y arcanos distintos a la ortodoxia católica, devino en intolerancia y salvajismo.

Dejo a mis hermanos con la sal de la duda. Espero haber aportado con esta plancha un grano de arena a la playa de su infinita sed de conocimiento.

A.’.B.’. Chile